El consenso que existe en todo cuanto se relaciona con la necesidad de adaptar las ciudades y, en particular, la nuestra a las dificultades de los discapacitados motrices no está en sintonía con las muchas penurias que esas personas deben afrontar, día tras día, cuando quieren trasladarse por la urbe. Una deficiencia que, sin duda, impone y exige presteza para empezar a solucionarla en forma rápida y viable.
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